Fui a la prelatura de Cancún-Chetumal porque me dijeron que la Legión de Cristo escondía ahí a pederastas. En el camino encontré a uno de los denunciantes más elocuentes de la legión, Pablo Pérez Guajardo. Y hallé más: una congregación que invadía terrenos y un obispo que me amenazó con demandarme.